2 de abril de 2015
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Infantil

Consejos para niños con bruxismo

Si has escuchado a tu hijo hacer ruiditos con los dientes cuando está dormido, especialmente en las primeras horas de sueño, e incluso algunas veces de día cuando está concentrado en sus cosas, tu hijo puede tener bruxismo. Este trastorno es el hábito de rechinar o apretar los dientes de forma involuntaria. Se da con mayor frecuencia en niños entre 6 y 10 años, aunque también pueden sufrirlo los bebés desde los 10 meses. Lo habitual es que se pase con la edad pero a veces se prolonga hasta la edad adulta. Determinar la causa del bruxismo no siempre es fácil, puede ser por factores anatómicos o emocionales. El odontopediatra puede ayudarte a identificarlos y tratarlos.

La causa anatómica más frecuente es la maloclusión dental, que los dientes no encajen correctamente, quizá por el cambio de los dientes de leche a los definitivos. Hay quien opina que el bruxismo podría estar causado por parásitos intestinales, algo que tendrá en cuenta el pediatra. El odontólogo puede ayudar a solucionar el problema de los dientes para encajar correctamente recomendando un protector de silicona que evita que los dientes entren en contacto, o tratando la maloclusión con ortodoncia, mediante el tallado de alguna pieza u otras técnicas.

El principal problema del bruxismo es que al frotar unos dientes contra otros se desgasta el esmalte y en los casos más severos puede quedar la dentina al descubierto, lo que puede provocar dolor y sensibilidad al tomar alimentos fríos o calientes. En casos extremos podría partirse un diente con la fuerza del movimiento. Hablamos por tanto de un trastorno que puede tener consecuencias que se pueden tratar. Cuanto antes consultemos con el especialista mejor, será más fácil atajar las consecuencias y evitar males mayores.

Descartados los motivos físicos, hay que centrarse en los emocionales. Podría ser que el niño esté apretando las mandíbulas o rechinando los dientes como una forma de dar salida inconscientemente, a un alto nivel de ansiedad o estrés. Si sospechamos de esta causa, lo mejor es observar al niño y hablar con él para tratar de encontrar el origen de su malestar y descubrir si hay algún problema o preocupación de la que no nos ha hablado. Si su nivel de ansiedad es muy elevado lo mejor es consultar con el médico. Para ayudarle a relajarse antes de ir a la cama es importante que dos horas antes tenga una actividad tranquila y evite las pantallas, nada de televisión, ordenador o consola. Enseñarle alguna técnica de respiración y relajación y practicarla con él le ayudará a dormir más tranquilo. Una historia o un cuento positivo y evocador pueden iniciar un sueño apacible. Y, sobre todo nuestra compañía y apoyo, el niño debe saber que estamos con él para ayudarle en cualquier circunstancia.

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