12 de marzo de 2015
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Infantil

Peppa Pig nos enseña buenos hábitos

Yo no sé a vosotros, pero yo reconozco sin rubor alguno que a mí muchos de los dibujos animados que ven mis hijas me gustan. No me pasa así con las series de adolescentes que ve la mayor (y que yo sostengo que le reblandecen el cerebro). Pero los dibujos me gustan tanto que alguna vez me he sorprendido a mí misma viéndome sola en el salón porque mis hijas se han ido a hacer cualquier cosa y mirando con auténtico interés la trama.

Cuando mi hija mayor era pequeña mi favorito era Pocoyó. Reconozco que me mataba de la risa, y lo que lo disfruté… ¡Y sigo teniéndole un cariño loco! La peque en cambio ha sido y es de Peppa Pig.

Yo no puedo ser más fan. ¡Me mata de la risa! Creo que tanto Peppa como Pocoyó conectan con los niños fenomenal porque son muy como ellos. Son personajes (o cerdos, vamos, no nos vamos a poner exquisitos) a los que les gustan las mismas cosas que a los niños, que tienen sentido del humor, que dicen tonterías, que se divierten y también, ¿por qué no?, meten la pata como ellos. Me gustan porque no tratan de adoctrinarles sino que hacen cosas políticamente muy incorrectas ¡y no pasa nada!

Papá Pig es un desastre y no da una a derechas. Los cerditos no tienen ningún problema en disfrutar como locos saltando en los charcos y poniéndose de barro hasta las orejas. Los hermanos pequeños lloran cuando pierden en los juegos (el capítulo en el que celebran el cumpleaños y todos los pequeños lloran a chorro es simplemente genial). Vamos, nada que no pase en la vida diaria.

Pero me gusta porque también hay otras cosas a las que no se da ninguna importancia porque las han normalizado. Por ejemplo,  tanto Mamá como Papá Pig conducen el coche cuando van los cuatro. Unas veces es ella y otras él, pero nunca tiene importancia porque es lo normal. Se abrochan los cinturones. Se hace hincapié en la seguridad vial. Mamá Pig trabaja en casa en el ordenador mientras Papá Pig pasa tranquilamente el aspirador. En la feria es Mamá quien tiene más fuerza y los deja a todos a la altura del betún.

La verdad es que Peppa Pig, con la tontería, nos enseña un montón de cosas interesantes. También buenos hábitos: a lavarnos las manos antes de comer, comer saludable y por supuesto a cepillarnos los dientes. Es por esto que yo estoy encantada de recibir en la familia de PHB a mi cerdita favorita. ¿No creéis que es perfecta para aparecer en los cepillos dentales y en los geles dentífricos?

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