9 de septiembre de 2015
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Salud bucal

Cómo prevenir los abscesos bucales

Los abscesos bucales o flemones surgen cuando tenemos una caries en un diente y no se ha realizado el tratamiento necesario. La caries, poco a poco, va a ir progresando hasta llegar a la pulpa dental, donde las bacterias alcanzan el nervio y los vasos sanguíneos. En este momento, es muy frecuente que nuestro hijo sienta molestias en el diente afectado.

Si continúa sin tratarse la caries, la infección que se produce en el diente buscará una vía de escape y provocará un absceso o flemón. Llegados a este punto, el problema frecuentemente ya no se soluciona con el tratamiento del diente afectado si no que puede ser necesario extraer el diente cariado.

Una caries en un diente temporal que progresa por la raíz hasta formar un absceso va a afectar, además, al diente permanente que se encuentra formándose justo debajo. En ocasiones los dientes permanentes erupcionan con malformaciones, manchas o lesiones secundarias a la infección que tuvo el diente de leche y que no se trató adecuadamente. Hay que considerar un gran error pensar que no hay que preocuparse por el cuidado de los dientes de leche sólo porque se van a caer con el tiempo.

La mejor manera de evitar llegar a esta situación es la prevención, tanto con una adecuada higiene oral desde casa como con la visita periódica a nuestro odontopediatra, quien podrá detectar la existencia de caries antes de que generen un daño irreversible en la boca de nuestros hijos.

Recordemos que a partir de los 2 años y hasta los 6 años se recomienda usar una cantidad de pasta o gel dentífrico equivalente al tamaño de un guisante y con un contenido en flúor que ronde los 250ppm (partes por millón). Desde los 6 años ya se pueden usar pastas con 1.000ppm y apartir de los 8 años la concentración de flúor aumenta hasta los 1450 ppm.

Normalmente, hasta los 6-8 años los niños no tienen la destreza manual necesaria para realizar un cepillado efectivo por lo que se recomienda que el niño se cepille los dientes bajo la supervisión de los padres y que cuando finalice el adulto “repase” el cepillado. En muchas ocasiones es recomendable complementar el cepillado realizando enjuagues con prescritos por su odontopediatra. Los más utilizados en niños son los colutorios fluorados sin alcohol.

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