11 de diciembre de 2017
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Higienistas

Lesiones por malos tratos en el paciente infantil

El odontopediatra puede ayudar a la detección precoz del maltrato infantil, fundamental para minimizar el tremendo impacto que puede tener en la vida de estos pequeños pacientes.

¿Qué entendemos por maltrato infantil? ¿se refiere sólo al hecho de “pegar” a un niño? Debemos saber que el maltrato incluye lo que se hace (acción), lo que se deja de hacer (omisión), incluso lo que se realiza de forma inadecuada (negligencia), ocasionando al niño daño físico, psicológico y social y menospreciando sus derechos como persona y su bienestar.

 

La OMS define el maltrato infantil como “los abusos y desatenciones que reciben los menores de 18 años, incluyendo maltrato físico, psicológico o sexual que dañen su salud, desarrollo o dignidad o bien que pongan en riesgo su supervivencia”.

Podemos diferenciar los siguientes tipos de maltrato:

  • Maltrato físico:  aquel que, de manera no accidental, provoca daño físico o enfermedad, o que le coloca en grave riesgo de padecerlo.
  • Abandono físico: en el que las necesidades físicas básicas del menor (alimentación, higiene, atención médica, educación, etc) no son atendidas adecuadamente por ninguno de los adultos que conviva con el niño.

Un ejemplo de ello es la negligencia dental, que es definida por la American Academy of Pediatric Dentistry como una “falta deliberada, por parte de padres o tutores, de la búsqueda y seguimiento del tratamiento necesario para asegurar un nivel de salud oral esencial para desarrollar una función adecuada y garantizar la ausencia de dolor e infección”. Evidentemente, antes de catalogar un caso, es necesario considerar situaciones que dificulten el acceso a los servicios odontopediátricos, tales como condiciones de pobreza u otros factores.

  • Abuso sexual: cualquier tipo de placer sexual por parte de un adulto con un niño, desde una posición de poder o autoridad, en la que exista un contacto físico o se utilice al niño como objeto de estimulación sexual. Se incluyen todas aquellas experiencias sexuales inapropiadas para la edad, incluso en ausencia de violencia o daños reales.
  • Maltrato emocional: se refiere a conductas como insultos, amenazas, humillaciones, desprecios, intimidación, etc., que puedan perjudicar el desarrollo emocional, social o intelectual del niño.
  • Abandono emocional: se produce cuando el niño no recibe el afecto, la estimulación, el apoyo o la protección necesarios en cada fase de su desarrollo.
  • Maltrato institucional: cualquier legislación, procedimiento, actuación u omisión procedente de los poderes públicos o de la actuación individual del profesional que viole los derechos básicos del niño.
  • Explotación laboral: utilización de niños para obtener beneficio, que implique explotación económica y desempeño de cualquier actividad que dificulte su educación.

 

Detectando el maltrato infantil

Aunque cada vez hay más información y apoyo al respecto, los malos tratos siguen constituyendo una de las problemáticas sociales menos denunciadas y menos tenidas en cuenta, debido, entre otras razones, a que se desconoce su magnitud y sus repercusiones reales: la estadística referida a estos temas casi siempre es estimativa y pocas veces ofrece la estricta realidad.

La implicación de los profesionales de las ciencias de la salud pasaría por la formación específica en el reconocimiento de las manifestaciones físicas y psicológicas asociadas y en el establecimiento de protocolos adecuados de actuación en los casos de sospecha.

Son diversas las razones por las que el odontopediatra se encuentra en una situación estratégica para la detección de algunos casos de maltrato infantil. Entre otras:

  • Las elevadas cifras de morbimortalidad antes de los 12 años, siendo el 50% de los niños maltratados menores de 7 años, según algunos estudios.
  • El 60-70% de las lesiones se sitúan a nivel craneofacial, en cara y cuello.

Aparte de ello, el odontólogo tiene la posibilidad de ver al niño con más frecuencia que el pediatra u otros profesionales de la salud, ya que los padres o tutores que maltratan a los niños no suelen llevarlos al mismo médico o al mismo centro de salud más de una vez para no ser descubiertos, sin embargo, no suelen tomar estas precauciones con los odontólogos.

 

Indicadores de maltrato infantil

La detección de maltrato requiere de la búsqueda activa de indicadores ya que no es frecuente que éstos sean requeridos como motivo de consulta. Además, no existen signos patognomónicos ni excluyentes que permitan un diagnóstico diferencial respecto a otras causas de violencia. En este sentido, el temor del odontopediatra a equivocarse o a verse involucrado en un proceso que podría tomar curso legal, dificulta el proceso de diagnóstico.

También es importante considerar que, aunque no es lo habitual, pero pueden existir niños que aparentemente no muestran signos evidentes de maltrato pero que sí están siendo sometidos a una situación de abuso.

 

Indicadores físicos

Dolor corporal, golpes, moratones de diversa evolución, quemaduras o heridas en alguna zona del cuerpo, dificultades para andar o sentarse, mordeduras humanas, cortes o pinchazos, fracturas, huellas de objetos agresores como cinturones o zapatos. Estas lesiones, que generalmente son múltiples, se distinguen de las accidentales, bien por su localización poco habitual, por su mayor frecuencia e intensidad o porque se trata de lesiones que no corresponden a las explicaciones dadas por los padres o el niño.

 

Indicadores de abuso sexual

Los indicadores que, como odontopediatras podríamos valorar son las conductas precoces o conocimientos sexuales inadecuados para su edad, rechazo del contacto físico, etc.

 

Indicadores de abandono

Algunos datos que nos pueden llevar a sospechar pueden ser el descuido en la higiene y la ropa, problemas físicos o necesidades médicas no atendidas (heridas sin curar o infectadas, defectos sensoriales no compensados), o bien, ausencia del control y de los cuidados médicos rutinarios.

 

Indicadores psicológicos y emocionales de maltrato

La detección de estos indicadores se realiza mediante la observación de la conducta del niño y del adulto que lo acompaña,  y valorando la relación entre ambos.

El diagnóstico certero es muy complicado, no sólo por el ocultamiento y la negación de los adultos temerosos de un castigo legal o de la censura social, sino también porque el propio niño puede negar el abuso por temor, por un sentimiento de lealtad o porque piensa que no le van a creer.

En los casos de abuso sexual es aún más complicado, aunque a menudo es posible obtener información de manera indirecta o de testigos ajenos a la familia.

Indicadores psicológicos o emocionales de maltrato podrían ser conductas de temor y retraimiento, ausencia de interacción y contacto o bien, conductas de inquietud excesiva y apego inadecuado al profesional o técnico que presta la atención.

 

Conclusión

El odontopediatra se encuentra en una situación estratégica para la detección de determinados indicadores maltrato infantil, acción clave de cara iniciar los procedimientos adecuados en cada caso.

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