23 de marzo de 2016
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3 pasos imprescindibles

Sonrisas con Experiencia: Afecciones más comunes que nos afectan con el paso del tiempo

Aunque no lo parezca, la boca nos sirve, entre otras cosas, para alertarnos de problemas que quizá no tengan que ver con ella, pero que se manifiestan a través de nuestra lengua, nuestros dientes o nuestras encías. Y es que hoy en día está más que demostrada la estrecha relación entre la salud general de nuestro cuerpo y la salud bucodental.

Por ese motivo en muchas ocasiones se pueden detectar de forma precoz algunas enfermedades por sus síntomas en la boca que permitan su tratamiento cuanto antes, al mismo tiempo que nos puede ahorrar, por cierto, bastante tiempo a la hora de obtener un diagnóstico.

Hoy os traemos una breve guía sobre las enfermedades más comunes que van apareciendo con los años, y que afectan también a nuestra salud bucodental:

Las investigaciones demuestran que muchas enfermedades sistémicas, entre otras, las enfermedades cardíacas, presentan síntomas bucales. Así, los odontólogos pueden ayudar a los pacientes con antecedentes de enfermedades cardíacas al examinarlos y buscar signos de dolor bucodental, infecciones o inflamaciones.

Las enfermedades periodontales son infecciones caracterizadas por la presencia de más de 200 especies bacterianas que, por infestación metastásica, pueden llegar a diferentes órganos anatómicos y ocasionar cambios patológicos. Provocando la formación, maduración y exacerbación de placas de ateroma (causantes del cierre total o parcial de las arterias causando un infarto agudo de miocardio o cerebral). El tratamiento periodontal permite por tanto, restablecer la salud de las encías y reducir la inflamación sistémica.

Aproximadamente en el 87% de los casos el origen de la halitosis está en la boca. El 13% restante se relaciona con alguna patología localizada en el área otorrinolaringológica o con otras enfermedades sistémicas (con origen en el estómago, hígado, etc.).

No se debe confundir el mal aliento con el mal sabor de boca originado por comidas fuertes, como el ajo o la cebolla.

Las causas intraorales de halitosis más frecuentes son la falta de higiene bucal, el cubrimiento lingual, el uso de prótesis u ortodoncia, las enfermedades periodontales, la caries dental, el consumo

de ciertos medicamentos que producen sequedad de boca (antidepresivos, antihistamínicos, antihipertensivos, etc.) y el tabaco, entre otras.

Dentro de la halitosis oral, el 41% de los casos son de origen lingual debido a la acumulación de bacterias en el dorso de la lengua.

La enfermedad del siglo XXI, el estrés, también afecta a la boca. Más exactamente, es un factor de riesgo de la enfermedad periodontal. Se ha demostrado que en épocas de estrés los pacientes tienden a abandonar hábitos saludables, toman más alimentos azucarados, fuman y beben más alcohol, y muchas veces descuidan su higiene bucodental. Todo esto provoca un crecimiento de bacterias, favoreciendo la inflamación de las encías y, por tanto, produciendo un aumento de las enfermedades periodontales.

Además el estrés puede favorecer la aparición también de bruxismo, fricción involuntaria de los dientes entre sí, sobre todo mientras se duerme. Este síntoma provoca un gran desgaste de los dientes y a, su vez, tiene otros síntomas como el dolor de cabeza o el de los músculos situados alrededor de la boca.

Con respecto a quienes padecen diabetes, aunque las manifestaciones orales de esta enfermedad no son específicas o patognomónicas, sí tienen mayores probabilidades de desarrollar alguna enfermedad bucal debido a los niveles elevados de glucosa en sangre. Las complicaciones bucales de la diabetes están relacionadas con la capacidad de controlar sus niveles de azúcar en sangre (control glucémico) y la salud en general, y con el estado inflamatorio sistémico que puede producirse en los diabéticos no controlados. Entre las lesiones de los tejidos blandos de la boca se encuentran las infecciones por hongos (candidiasis), las úlceras, la estomatitis y los cambios en la lengua (como fisuras linguales, lengua saburral, alteraciones del sentido del gusto, lengua ardiente, depapilación lingual, sensación de ardor…).

El desarrollo de estas afecciones en diabéticos suele deberse a la sequedad de boca, a la lenta cicatrización de las heridas y a la alteración de las respuestas inmune e inflamatoria.

Además, en estos pacientes la erupción de los dientes puede estar alterada, ya que puede darse un aumento en la incidencia de caries e hipoplasia del esmalte. La caries dental afecta a todo el mundo, pero especialmente a quienes tienen diabetes, a causa de los mayores niveles de glucosa de la saliva que baña los dientes. Se ha observado en diabéticos un aumento en la incidencia de caries con localizaciones atípicas, fundamentalmente, caries a nivel de los cuellos dentarios, sobre todo, en incisivos y premolares.

Otra de las afecciones bucales que suele acompañar a la diabetes es la enfermedad periodontal, comúnmente llamada la sexta complicación de la diabetes, (junto con el daño en los nervios, en los riñones, los problemas visuales y el daño en los vasos sanguíneos).

En los últimos años se está constatando que la asociación entre estas dos enfermedades es bidireccional, es decir, que no solo la diabetes aumenta el riesgo de sufrir enfermedades periodontales, sino que las enfermedades periodontales pueden afectar a la diabetes, perjudicando el control de la glucemia.

La diabetes provoca una respuesta inflamatoria exacerbada frente a las bacterias patógenas presentes en la encía, lo que acelera la destrucción de los tejidos de soporte periodontales. Provocando que las enfermedades periodontales sean más frecuentes y progresen más rápido en diabéticos mal controlados.

La periodontitis puede iniciar o aumentar la resistencia a la insulina de una manera similar a como lo hace la obesidad, la escasa actividad física, la alimentación inadecuada o las infecciones.

Mantener una vida sana, hacer deporte y acudir tanto al médico como al odontólogo para nuestras revisiones periódicas, nos ayudará a mantener estas enfermedades controladas tanto en la boca como en el resto del cuerpo. Y si vemos algún cambio en nuestra boca, no está de más pensar que puede ser el síntoma de un problema en otra parte del cuerpo. Si estamos atentos a las señales que envían nuestros dientes, encías y lengua podremos detectar a tiempo problemas de salud. Así que, ¡vigila tu boca!

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